El Convento de San Joaquín del s. XVII declarado Bien de Interés Cultural (BIC), fue construido alrededor de un pozo de aguas milagrosas que tenía peregrinación desde Portugal y todo el reino de España.
El brocal del pozo fue realizado por los monjes Agustinos Recoletos. En 1808 las tropas de Napoleón asesinaron a casi todos los frailes quedando sólo doce a cargo del convento. En 1836, con la desamortización de Mendizabal salió a la venta. Cuando los frailes abandonan el convento debido a la mala relación que tenían con el pueblo a causa del agua, el pueblo destruyó parte de los habitáculos quedando en pie la iglesia y su pozo de aguas milagrosas.
Hoy en día el pozo está cegado, el brocal ha sido expoliado y su iglesia sufre un gran deterioro.