Historia

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La Contribución de Santa Cruz de la Sierra a las 29 personas de esta pequeña villa (Según Navarro del Castillo), se integraban en el proceso americano para contribuir la otra Santa Cruz de la Sierra en Bolivia tras una expedición que partió desde Asunción (Paraguay). Después de infinidad Ñuflo de Chaves moría por los defensores originarios de El Chaco en 1568.  En 1594[2] pertenecía a la Tierra de Trujillo en la Provincia de Trujillo  A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura, desde 1834 quedó integrado en el Partido Judicial de Trujillo.[3] En el censo de 1842 contaba con 120 hogares y 657 vecinos. Santa Cruz de la Sierra Después de Trujillo, la villa por excelencia, desde el punto de vista histórico, es Santa Cruz; aún así se puede asegurar que, en los tiempos prehistóricos, fue mayor su importancia en la de Trujillo, que es, en aquella fecha, de una existencia muy dudosa mientras que Santa Cruz es un libro abierto para el estudio de aquellas edades, que tanto interés despiertan hoy entre los hombres consagrados a esta ciencia. 

El famoso cerro de San Pablo es un grandioso museo, donde se conserva para los estudiosos todo lo que puede interesar de aquella civilización que tuvieron los celtíberos de nuestra región, como si a este punto se hubiera hecho centro o núcleo de una gran familia de aquellas con que se las tuvo que ver muy seriamente el pueblo romano, como antes el cartaginés y el fenicio. No es de este lugar hacer una descripción minuciosa de todo lo que ahí curioso y antiguo en este empinado cerro, en sus alrededores, pues esto merece un tratado especial más amplio y una pluma más inteligente era, de simple aficionado. Baste decir que abundan los sepulcros, las vías, en los recintos sagrados, las construcciones, las cuevas, las fortificaciones y defensas, hasta la escritura ibérica.

Todo esto fue utilizado posteriormente por romano, que nos dejaron el pueblo sembrado de lápidas, inscripciones, objetos, como pesos y medidas, vestigios de sus industrias, caminos, cultivos de árboles y flores casi en mayor número y de más importancia que los restos de la época romana de Trujillo. Entre las lápidas sobresale que perpetúa la memoria del célebre Viriato que se presume, por esto, con fundamento que tuvo en este pueblo sepulcro. En el último período de la época árabe tuvo Santa Cruz gran importancia militar, como lo acreditan fortificaciones que se descubren aún de lo más alto del picacho, donde hubo un buen castillo con sus aljibes y fosos bien detallados, bodegas y subterráneos bastante capaces para sostener una lucha prolongada.

Cuando en 1232 se conquistó Trujillo, bajo la dirección del maestre de Alcántara, Don Arias Pérez, aunque el avance fue muy considerable, como hemos visto, que llegó hasta el Guadiana por algunos sitios, todavía la fortaleza de Santa Cruz siguió resistiendo en poder de los moros, hasta el punto que don Arias tuvo que desistir de sitiarla y reducirla, muriendo a poco de la conquista de Medellín que fue, dos años más tarde, sin lograr que Santa Cruz cayese en poder de sus caballeros. Esta empresa realizó su sucesor, Don Pedro Yáñez, por cuenta de la orden de Alcántara, el día 28 de agosto de 1234, con ayuda de los caballeros de Santiago de la parte de Mérida y de los elementos de Trujillo y otras villas; así lo asegura el mejor historiador de Alcántara, Torres tapia.  Agregada Santa Cruz a Trujillo, desde aquella fecha, y con ella a la corona por la permuta que hizo con don Arias el Rey San Fernando algunos meses antes (24 de abril de 1234) por Mugacela y sus términos, continuó siempre en la jurisdicción de la ciudad, como lugar importante, por su posición y por su vecindario, llegando en los siglos XIV, XV, Y XVI a alto grado, por lo que resta de muchas construcciones de esa época, y sobre todo por su magnífica iglesia parroquial, donde hay estilos de todas las épocas, verdaderos primores de arte, éntrelos muchos objetos que encierra. Es una Iglesia que empezó a trazarse a semejanza de Santa María de Trujillo pero que no ha podido renovarse y embellecerse como aquella, aunque a trechos presenta bellezas góticas, como su gran portada del poniente y su magnífico púlpito; obras planteen estas, como el precioso arranque y ménsula de la escalera del coro, varias imágenes y pila bautismal. En esta iglesia hay una pequeña columnita con relieves bien definidos de aquella época visigoda. Es el único objeto curioso que he podido hallar por estos territorios, de aquella civilización que tan escasas huellas nos han dejado. 

En la conquista este pueblo recibió nombre de Santa Cruz, ya ellos alude una bellísima cruz gótica que se levantó en su casa Concejo, existe hoy, casi intacta, a las espaldas de la iglesia; se ignora el nombre que le darían los árabes, aunque en tiempos de los romanos -aseguran algunos- se llamó Sambris.  En este pueblo murió el favorito de Enrique IV, don Juan Pacheco, marqués de villana, cuando se disponía a posesionarse de la fortaleza de Trujillo que la había donado el Rey en una casa parador, situada al borde del camino real, en el extremo norte del pueblo, hoy en ruinas, formando sus padres dones las tapias de un huerto, parece que tuvo lugar este acontecimiento, el cual hoy es aislado y sin importancia, pero que debió ser muy trágico y comentado en aquella época, por lo elevado del personaje y su influencia en todo el reino.  De esta época es la leyenda de los Monroy, todo ella verídica y curiosa. Eran dos hermanos, caballeros de corte este apellido, que vivían en este pueblo, donde tenían magnífica casa y posesiones, quienes por pecados públicos tuvieron que ir en peregrinación a Roma a impetrar del Santo padre la absolución. Al emprender el viaje dejaron sus bienes y hacienda para que los administrase sus mujeres, y cuando volvieron, se encontraron pobres y casi desposeídos de ellos por ineptitud o abandono de sus consortes. Entonces escribieron, en el frontispicio de su casa y por debajo de sus blasones, esta descripción:

Hacienda no baste dejar
En mujer, que no hay razón,
Por dejar las se perdieron
Estos qué Señores fueron
De Belvis y de Monroy.

En una ventana de otra casa hay una gran piedra en la que están grabadas toscamente dos figuras de peregrinos que se supone sean éstos dos hermanos, en confirmación de la tradición y leyenda popular.  En el año 1627 compró este pueblo don Juan de Chaves y Mendoza al mismo tiempo que La Calzada (Herguijuela) y lo hizo villa en señorío, fundando con el título de conde de la Calzada y Santa Cruz. Desde entonces comenzó para este polo su época de decadencia, pues con estos señores no pudieron vivir otros muchos en vasallaje y fueron desapareciendo con sus bienes, y lo mismo el pueblo vio desmembrarse lentamente sus propios por vejaciones, imposiciones y abusos de algunos de estos señores. Un nieto del primer señor, llamado don Joaquín de Chaves, levantó el hermoso convento de los Agustinos, cuyas ruinas son hoy todavía vivo testimonio de su magnificencia. Los frailes hicieron con el patrimonio de estos señores y del pueblo (aunque a remolque) grandes obras de utilidad pública, pero también suya, prevaleciendo se de su influencia y preponderancia. Con todo, esta institución influyó mucho la cultura y las artes de esta villa, que posteriormente no ha prosperado. Este convento no queda nada más que las paredes del recinto de una magnífica iglesia que se venderá a tierra muy pronto, por falta de reparación, y será una verdadera desgracia, pues es un estilo puro del renacimiento y del proporciones tan acabadas y perfecta de pocos templos pueden compararse que pequeño a ella. En la parroquia ahí, procedente de este templo, una preciosa imagen de Nuestra Señora de la Consolación y Correa, y el retablo que es muy artístico, con algunas imágenes.